Críticas a las terapias hormonales por un ex hombre trans

Críticas a las terapias hormonales por un ex hombre trans

En las proximidades de Ancud, entre un bosque de canelos, Nicolás Raveau responde al teléfono. Es jueves por la tarde y llueve intensamente. La conexión es defectuosa, pero el exactivista trans, de 47 años y con un máster en Historia del Arte, insiste en compartir su experiencia de transición y reversión. Especialmente, quiere aclarar por qué se opone al modelo afirmativo para tratar la disforia de género y a los tratamientos que incluyen bloqueadores de pubertad para adolescentes que sienten inconformidad con su género.

Originario de Santiago, Raveau estudió en el Verbo Divino y se graduó en la Universidad Finis Terrae. A los 12 años, recuerda tener pensamientos idealizados sobre cómo su vida habría sido más fácil si hubiera nacido mujer. Este sentimiento de malestar era profundo y, en esa etapa de su vida, indescriptible con palabras.

En ocasiones, él prefería vestirse con ropa de mujer o se sentía más sensible que otros. A los 35 años, pensó que este malestar podría tener una razón.

– En esa época, conocí a personas trans y conecté con las dudas y problemas emocionales que me habían acompañado toda mi vida. Entré en una crisis fuerte y descubrí la transición. Pensé que eso sería la solución.

¿Solución para qué?

Para la tristeza y el sentimiento de ser diferente. Comencé mi transición enfrentando muchas dificultades laborales y familiares.

¿Cómo comenzaste?

Empecé mi tratamiento hormonal por cuenta propia en 2015. Era complicado iniciar un tratamiento hormonal en la adultez, con el cuerpo ya acostumbrado a su funcionamiento. Tras conversar con mujeres trans por Facebook, comencé a tomar unas pastillas utilizadas por mujeres en el climaterio.

¿Por qué no consultaste a un endocrinólogo?

Había poca disponibilidad y sentía que los endocrinólogos no tenían suficiente conocimiento sobre el tema.

¿Qué efectos secundarios experimentaste?

Mi libido bajó a cero, tuve dolores de cabeza y musculares. La fuerza disminuyó considerablemente, fue un cambio muy drástico.

¿Estos síntomas no te hicieron dudar?

No de la transición, pero sí me preocupara el peligro de las hormonas. Hice algo irresponsable, pero la realidad de esos años era distinta.

Intervenciones y efectos

También me sometí a una cirugía facial en Chile. Me aumentaron los pómulos, me hice la nariz y reduje el tamaño de mi mentón. La cirugía fue bien realizada, pero el postoperatorio fue traumático con mucho dolor e hinchazón. Perdí la sensibilidad en los dientes superiores e inferiores y tuve que reaprender a tragar, beber y masticar.

¿Qué fue lo más traumático de tu transición?

Tuve que pasar por el Servicio Médico Legal, hablar con un sexólogo y psiquiatra para probar que era trans. Esto me hacía sentir que ser trans limitaba muchas otras facetas de mi vida.

¿A qué te refieres?

Lo que yo pudiera pensar o escribir era secundario y eso me molestaba. Pero había que probar que yo era trans.

¿Qué pasó con tu malestar?

Cuando la hinchazón bajó, me veía como quería. Sin embargo, sentía que aunque había logrado muchas cosas, seguía arrastrando una tristeza y soledad incentivadas por mi transición.

Transitar y destransitar

En 2016, cambiaste tu nombre a Niki Raveau, postulaste como concejala en Santiago por el Partido Ecologista Verde, fundaste una ONG para apoyar a personas trans en situación de calle y luego suspendiste el tratamiento hormonal. ¿Qué ocurrió?

La libido disminuyó tanto y los dolores eran tan intensos que tras dos años decidí dejar de hormonarme.

¿Cómo lo hiciste?

No dejé las hormonas de golpe. Disminuí la dosis gradualmente. Una amiga trans, Brigitte, también tenía molestias con las hormonas. Cuando dejé de tomarlas, le conté que me sentía increíble; había recuperado mi fuerza y volvía a pensar como hombre.

¿Cómo llegaste a la idea de destransicionar?

Dejar las hormonas no significó destransición, sino una reacción a los efectos secundarios. Ya tenía una cirugía que sentía me liberaba un poco de la necesidad de tomar hormonas.

¿Qué pasó después?

En agosto de 2019, comencé a cuestionar si la transición había resuelto mis dudas. Decidí volver a usar el nombre Nicolás y cortarme el pelo sin saber qué era la destransición.

¿Cómo te sentías?

Sentía culpa. Pensé que, como dirigente conocida, destransicionar era un error. Sin embargo, comencé el proceso sin conocer siquiera el término destransición.

¿Volviste a transicionar después de destransicionar?

Sí, en 2021, ya en Chiloé. Decidí retomar el nombre Niki y dejé crecer mi cabello. Abandoné y retomé el proceso varias veces hasta dejarlo definitivamente.

¿Cómo explicas lo que ocurrió en esa etapa?

Oscilé entre la transición y la destransición, intentando ser libre y autentico, sin los cuestionamientos de mi infancia.

¿Qué acompañamiento tuviste?

Busqué psicólogos, pero muchos no entendían lo que contaba o me incitaban a ser trans. En Chiloé, encontré una buena psicóloga que supo llegar al fondo de mis problemas.

¿Cuál era la respuesta que buscabas?

A finales del año pasado comprendí que podía tomar lo mejor de mis experiencias. Dejé de sentir incomodidad con mi cuerpo y encontré la paz que buscaba.

¿Por qué?

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Tenía una profunda incomodidad con mi cuerpo, especialmente con el cabello. La última vez que me lo corté, como una prueba, no sentí malestar.

La cifra oculta

¿Crees que tu historia es una advertencia para quienes consideran la transición como solución a sus problemas?

Mi caso es complejo y guardado en mi interior. Transicioné para expresar libremente lo que había disimulado en mi niñez. No me arrepiento, pero mi destransición no se debió a una decisión apresurada.

¿Gente que transicionó desde el enfoque afirmativo?

El enfoque afirmativo es critico para mí. Confirma declaraciones de los pacientes sin un análisis profundo.

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¿Qué opinas del Programa de Apoyo a la Identidad de Género (PAIG)?

El PAIG es deficiente. Los padres pueden ser denunciados rápidamente, mientras que a los profesionales de salud se les da paciencia. Los niños pueden firmar consentimientos sin necesidad de los padres y sin detallar los efectos secundarios de las hormonas.

Reflexión final

Muchos profesionales en centros privados ofrecen tratamientos afirmativos sin suficiente investigación. Parece que el activismo se está convirtiendo en una herramienta para lucrarse.

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¿Es eso lo que ocurrió con las terapias hormonales para adolescentes?

Sí, en parte encontraron un nicho fácil y lucrativo. Esto es irresponsable y totalitario.

¿Qué cifras existen de desistencia en transiciones?

En Chile, el programa Transitando del Psiquiátrico Horwitz reporta una desistencia del 9.9% en niños y adolescentes. Sin embargo, desde el activismo, se menciona un máximo del 1%.

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