Reseña de la columna de Tomás Rau sobre el mes de septiembre: solo queda el vacío
Reseña de la columna de Tomás Rau sobre el mes de septiembre: solo queda el vacío
El análisis económico presentado en septiembre generó repercusiones significativas. Si bien las proyecciones de inflación han llamado la atención, particularmente con la predicción del 4,5% para el cierre de 2024, lo más impactante fue la revisión a la baja del Producto Interno Bruto (PIB) potencial, situándose en un modesto 1,8%. Este ajuste representa un duro golpe a las expectativas económicas del país, especialmente considerando que en la década anterior ya se había registrado una desaceleración al 1,9%. Los tiempos de crecimiento del 6% parecen ser ahora solo un lejano recuerdo.
¿Qué implicaciones tiene esta corrección para la economía nacional? Menos oportunidades, sin duda. Un menor crecimiento conlleva menos puestos de trabajo, estancamiento en los salarios reales, una reducción de recursos para políticas públicas esenciales en áreas como educación, salud y seguridad, además de un deterioro general que afecta no solo a nivel económico, sino también a las aspiraciones colectivas. Asimismo, este panorama sombrío podría desencadenar una fuga de talentos hacia economías más dinámicas y con mejores perspectivas.
A dos años de la rechazo a la iniciativa constitucional impulsada por grupos que abogan por un decrecimiento económico, es fundamental recordar que el crecimiento es un pilar crucial para el progreso. A pesar de los esfuerzos del Gobierno del Presidente Boric, que ha promovido un gabinete enfocado en el crecimiento, los avances hasta la fecha han sido limitados, tal como lo reflejan los datos.
Desafíos en el panorama económico
La presidenta del Banco Central, Rosanna Costa, ha señalado con acierto los pilares necesarios para impulsar un mayor crecimiento: productividad, capital y trabajo. Sin embargo, nos encontramos lejos de alcanzar este objetivo. De hecho, el nuevo cálculo del PIB potencial desglosa el 1,8% de la siguiente manera: el capital aporta 1,1 puntos, el trabajo 0,4 y la productividad total de factores (PTF) apenas 0,35.
Las dificultades en el mercado laboral, con costos de contratación al alza y una tasa de desempleo persistente en torno al 8%, no auguran un impacto positivo en el crecimiento. La productividad se encuentra estancada desde hace tiempo, y los niveles de incertidumbre continúan elevados. Por ende, la inversión juega un papel clave, pero las proyecciones indican una caída del 0,8% en este año, sumándose a la contracción del año anterior.
Para revertir esta tendencia, es imprescindible establecer normativas claras, agilizar los procesos de permisos y judialización, así como brindar incentivos reales para fomentar la reinversión empresarial. Si bien un discurso coherente y una colaboración público-privada sólida podrían ser de gran ayuda, las reformas estructurales parecen cada vez más distantes con un sistema político fragmentado. A pesar de los anuncios de cambios en el sistema político, como en ENADE, muchas de estas iniciativas se alejan de la realidad vigente, como la discusión sobre la condonación de créditos estudiantiles o el debate sobre la eutanasia.
En definitiva, la situación económica actual demanda decisiones urgentes, prácticas y valientes. Si continuamos postergando lo necesario, manteniendo la incertidumbre que limita la inversión y el crecimiento, esta mediocridad persistente seguirá ensombreciendo nuestro futuro. Como la célebre canción de Soda Stereo, “De música ligera”, señala: “nada más queda”. Si no actuamos ahora, podríamos lamentar profundamente las oportunidades desaprovechadas, como aquel crecimiento que no supimos recuperar a tiempo.
El autor de este artículo es profesor titular y director del Instituto de Economía UC.
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