Columna de opinión sobre la irritación presidencial hacia la élite política a la que pertenece
Opinión sobre la incomodidad presidencial hacia la clase dirigente política a la que forma parte
Con una gran puesta en escena y la participación del Presidente Boric, se dio a conocer recientemente el duodécimo informe de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD llamado “¿Por qué nos cuesta cambiar?”.
Una parte sustancial de este informe se fundamenta en un estudio realizado en 2023, cuyos resultados, en su mayoría, corroboran lo que otras investigaciones ya han mostrado y sobre lo que se ha escrito extensamente. Sin embargo, la particularidad de este estudio radica en que incluye las percepciones y opiniones de los segmentos privilegiados.
Los datos del PNUD revelan que en los últimos años, la desesperanza se ha arraigado profundamente entre la población. El 59% de los ciudadanos considera que la situación del país ha empeorado en los últimos cinco años, y la cantidad de personas que esperan una mejora en el futuro ha disminuido significativamente respecto al informe de 2015.
Esta desilusión se alimenta de diversos factores: el incremento de la precariedad, una criminalidad que genera cada vez más inseguridad, la ausencia de cambios que mejoren la calidad de vida, la drástica pérdida de confianza en las instituciones y, por supuesto, la percepción arraigada de que la política y los políticos son una parte central de la crisis y no de la solución.
Este panorama desalentador para la ciudadanía contrasta con la visión que tiene la élite política sobre sí misma y sobre el país. Mientras las expectativas de la población apuntan en una dirección, las de los políticos lo hacen en otra. Lo más inquietante es que, mientras la mayoría de los chilenos vislumbra un futuro pesimista para los próximos cinco años, la gran mayoría de los políticos (73%) cree que la situación del país mejorará. Solo un 9% piensa que estaremos en una situación peor.
Controversia en la élite política
Este desajuste entre la élite y los ciudadanos no es simplemente una curiosidad sociológica; es el indicio de un problema más profundo. Desde un punto de vista analítico, este dato es alarmante ya que evidencia la falta de conciencia total sobre la enfermedad de nuestra clase política (los antagonistas, según el informe).
¿En qué se sustenta la élite política para mantener su optimismo respecto al futuro? En nada. Es una negación de la realidad o una carencia de voluntad para cambiar. Pareciera que se complacen y se benefician del país en el que viven y, a diferencia de la ciudadanía, no se perciben como parte del problema. De ser así, hace tiempo que estarían abordando seriamente una reforma del sistema político, la modernización del Estado y, mucho antes del caso Hermosilla, habrían modificado el sistema de designación de jueces. Sin embargo, nada de esto sucede, porque, al igual que la gran mayoría del país, no lo desean. Y ahora entendemos por qué: porque sacan provecho de un sistema corrupto y porque se han acostumbrado a beneficiarse de la división y el clima de confrontación.
El meollo del asunto en el país es político, y estamos en manos de una clase política egocéntrica, cuyos dirigentes no están dispuestos a asumir las consecuencias para salir del estancamiento. Visto de esta manera, el Presidente, quien promocionó y conoce bien el estudio del PNUD, en lugar de utilizarlo para promover un discurso crítico contra la élite a la que él mismo pertenece, podría comprender su verdadero propósito para ayudarnos a salir de esta situación complicada.
Por Cristián Valdivieso, director de Criteria
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Reflexión adicional sobre la discrepancia élite-ciudadanía
Este desajuste entre la élite política y la ciudadanía no solo es un fenómeno curioso, sino que también es un síntoma de una brecha más profunda en la sociedad. Al analizar fríamente esta discrepancia, se evidencia una falta de visión crítica por parte de la clase dirigente, la cual parece estar desconectada de la realidad que vive la población. Esta falta de empatía y entendimiento de las necesidades del país podría llevar a consecuencias aún más graves si no se aborda de manera urgente.