Ascanio Cavallo analiza el desafío de Maduro para la izquierda

Ascanio Cavallo analiza el desafío de Maduro para la izquierda

Nicolás Maduro y su impacto en la izquierda latinoamericana

En múltiples ocasiones se ha señalado: Nicolás Maduro representa una gran complicación para la izquierda de América Latina. Su enfoque busca ganar elecciones democráticamente, pero una vez en el poder, su objetivo es minar la democracia para no soltar el mando jamás. Además, no se consideran una más entre las izquierdas, sino la única verdadera.

¿Cómo no va a ser un gran problema que te asocien con ese grupo?

Al referirse a Maduro, no solo se alude a un individuo, sino a un colectivo que ha monopolizado todos los altos cargos del estado. Este grupo, además de disfrutar de ventajas exclusivas, decide qué es lo mejor para Venezuela. Frecuentemente, se piensa que el pueblo está equivocado y manipulado por intereses extranjeros, por lo que no se le presta atención.

Las otras izquierdas y su relación con Maduro

Para este grupo único de izquierda, las demás izquierdas son meros disfraces del imperialismo. Sin embargo, en países como Chile y Brasil, esas “otras izquierdas” gobiernan junto a personas que defienden a Maduro, lo que alimenta el argumento de que ellos y sus aliados son una amenaza para la democracia. Un claro ejemplo es el Partido Comunista chileno, que históricamente ha respaldado figuras controvertidas y nunca ha sido defensor de la libertad en países como Hungría o Afganistán.

No se espera que, con sus actuales dirigentes, cambien esa postura. Aunque tengan diferencias radicales con otros miembros de su coalición, no se apartarán ni renunciarán al poder que han logrado obtener. Las supuestas divisiones internas deben considerarse como fantasiosas hasta que se demuestre lo contrario. Y cuando Juan Andrés Lagos menciona que el Congreso interno está evaluando las alianzas políticas –como si fuera una advertencia– no se puede interpretar como una intención de romper las actuales coaliciones.

En contraste, las “otras izquierdas” como el Frente Amplio, que apoyaron inicialmente el “socialismo del siglo XXI” y la “revolución bolivariana”, se encuentran frente al monstruo que ha emergido de esas ideas. (Es importante no confundir esto con el partido español Podemos, que rápidamente felicitó a Maduro debido a la generosa financiación que recibieron de Chávez durante varios años).

El desafío electoral y el fraude

Para empeorar la situación, Maduro finalizó una elección que nunca quiso –resultado de los Acuerdos de Barbados de 2023– con un fraude descarado, lleno de irregularidades como interrupciones del conteo y porcentajes manipulados. La comunidad internacional exigió lo mínimo: mostrar las actas electorales. Brasil le dio un plazo “razonable”, pero ya ha pasado y las actas no aparecerán, a menos que sean falsificadas.

De modo que el “socialismo del siglo XXI” y la “revolución bolivariana” se han transformado en lo que trataban de ocultar: un estalinismo latinoamericano con su propio sistema de represión y justicia subordinada. Aunque el madurismo tiene menos aliados en la región en comparación con el pasado, no hay fuerzas capaces de modificar su decisión. El posible influyente, Brasil, es improbable que lo sea, ya que Lula no es un líder regional significativo y Maduro ha aprendido a soportar su retórica. En Colombia y México, hay simpatías con el modelo madurista.

La posición de Chile y la soledad de los venezolanos

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En este contexto desalentador, la diplomacia chilena ha mantenido un comportamiento impecable en términos de estándar democrático, pero carece de la fuerza y liderazgo necesarios para enfrentar a Maduro, quien ha mostrado indiferencia. Ante los problemas internos, el presidente Boric ha reconocido la diferencia con el Partido Comunista, pero afirma ser él quien lidera las relaciones internacionales. Esta declaración busca apaciguar a los comunistas, pero no resuelve el problema principal: ¿cómo confiar en una izquierda así?

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Los venezolanos no están solos en su lucha electoral; el mundo los observa con asombro. Pero, de manera cruda, sí están solos en su lucha contra un régimen tan descarado, decidido y comprometido. Maduro ha elevado el costo de mantenerse en el poder y, al mismo tiempo, ha devaluado toda influencia externa. Desde el domingo, ha convertido a Venezuela en un campo de confrontación donde ya no valen ni el voto ni la presión internacional. La tragedia venezolana es más desoladora de lo que parece.

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