Opinión de la NOAA sobre la llegada de La Niña

Opinión de la NOAA sobre la llegada de La Niña

En mayo, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU. (NOAA, por sus siglas en inglés) declaró el fin del fenómeno de El Niño. Desde entonces, el organismo ha estado anticipando la llegada del fenómeno opuesto: La Niña.

En ese mes, la agencia estimaba un 60% de posibilidades de que La Niña se estableciera a mitad de año.

La NOAA mantiene previsiones optimistas para el desarrollo de La Niña

En junio, la NOAA aumentó las probabilidades a un 65% de que La Niña se manifestara en algún momento entre julio y septiembre. Asimismo, la probabilidad de su presencia en septiembre y octubre sobrepasaba el 80%, llegando casi al 90% entre octubre y enero del próximo año.

En julio, la agencia adelantó la probabilidad a 70% de que La Niña ya estuviera manifestándose en agosto.

Este jueves, la NOAA actualizó nuevamente estas previsiones, señalando que existe una probabilidad del 66% de que el fenómeno inicie en septiembre. El informe también indica que, basándose en recientes observaciones, se espera casi igual probabilidad de condiciones ENSO-neutrales y La Niña para agosto-octubre de 2024, con mayores probabilidades de La Niña de septiembre a noviembre.

A pesar de que el enfriamiento de la temperatura superficial del mar ha sido más lento de lo esperado, las anomalías de los vientos del este y las temperaturas del subsuelo siguen siendo favorables para el desarrollo de La Niña en los meses próximos.

En resumen, el documento sostiene que se espera que las condiciones ENSO-neutrales continúen en los próximos meses, con una probabilidad del 66% de que La Niña se desarrolle durante septiembre-noviembre, y que persista durante el invierno del hemisferio norte de 2024-25, con una probabilidad del 74% de que ocurra entre noviembre y enero.

Impacto de La Niña en el clima global

El fenómeno de La Niña provoca temperaturas más frías que el promedio en el Pacífico central y oriental, acompañadas de vientos más intensos tanto en superficie como en altitudes elevadas, y un aumento de las precipitaciones sobre Indonesia y otras regiones del continente marítimo.

Para Chile, La Niña generalmente se relaciona con menores precipitaciones, inviernos más fríos y veranos menos calurosos.

La Niña provoca un enfriamiento significativo de las aguas superficiales del Pacífico ecuatorial central y oriental, así como modificaciones en la circulación atmosférica tropical, que incluyen cambios en los vientos, la presión y las precipitaciones.

Según la NOAA, también existe una posibilidad de 1 en 5 de que La Niña no se presente este invierno, prolongándose las condiciones neutras. Aunque este no es el escenario más probable, no se descarta totalmente. Si se mantienen las condiciones neutras, los cambios típicos de La Niña en la temperatura global, las precipitaciones y otros patrones meteorológicos no se materializarían.

Evaluación de la NOAA sobre La Niña

Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, explica que en la zona central de Chile, La Niña tiende a moderar tanto las temperaturas como las precipitaciones. Los años caracterizados por La Niña no suelen ser extremadamente cálidos y son, por lo general, más secos.

Cordero añade que La Niña podría evitar récords negativos este año. Gracias a La Niña, no se espera que este año sea tan caluroso como 2023, ni tan seco. El desarrollo tardío de La Niña ha permitido que las precipitaciones en el primer semestre se mantengan alrededor de valores típicos no solo en la zona central, sino en gran parte del país.

Los efectos de La Niña varían según su intensidad, duración, y la época del año en que se manifiesta, así como su interacción con otros factores de variabilidad climática. En muchas regiones, especialmente en los trópicos, La Niña produce efectos climáticos contrarios a los de El Niño.

No obstante, eventos climáticos naturales como El Niño y La Niña ocurren en el contexto del cambio climático provocado por el ser humano, que genera un aumento de las temperaturas globales, intensifica los fenómenos climáticos extremos y altera los patrones estacionales de temperaturas y precipitaciones.

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Los últimos nueve años han sido los más cálidos registrados, a pesar del efecto de enfriamiento que La Niña produjo desde 2020 hasta principios de 2023. El Niño alcanzó su punto máximo en diciembre de 2023 como uno de los cinco episodios más intensos registrados.

Por lo general, después de un episodio fuerte de El Niño, ocurren condiciones características de La Niña, y las predicciones más recientes de los modelos coinciden con este patrón, aunque persiste una gran incertidumbre respecto a su intensidad o duración.

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