El relato del singular japonés que sobrevivió al hundimiento del Titanic

El relato del singular japonés que sobrevivió al hundimiento del Titanic

El 10 de abril de 1912, el RMS Titanic zarpó en su primer viaje desde Southampton rumbo a Nueva York. Más de 2,000 personas abordaron la nave en un viaje que se suponía lleno de asombro, pero que cuatro días después se convertiría en una tragedia inesperada.

Aún después de más de un siglo desde su naufragio, el Titanic sigue suscitando interés por ser una de las tragedias marítimas más conocidas de la historia. Entre las muchas narraciones que emergieron, está la de Masabumi Hosono, el único pasajero japonés a bordo del Titanic.

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A pesar de sobrevivir al desastre, Hosono afrontó desafíos igual de terribles al volver a Japón, donde en vez de ser celebrado, fue objeto de vergüenza y rechazo.

El japonés que sobrevivió al Titanic

Nacido en 1870 en la región de Hokura, en la prefectura de Niigata, Hosono tenía una carrera prominente en el sector del transporte.

En 1910, trabajando para el Ministerio de Transporte, fue enviado a Rusia para estudiar su sistema ferroviario estatal debido a su conocimiento del idioma.

Dos años después, habiendo cumplido con su misión, Hosono emprendió su regreso a Japón. Llegó a Londres y luego a Southampton, donde decidió abordar como pasajero de segunda clase en el lujoso RMS Titanic.

Durante la madrugada del 15 de abril de 1912, tras la colisión del barco con un iceberg, Hosono fue despertado abruptamente por golpes en su puerta y advertido que debía salir de su camarote.

Siendo extranjero, se le negó el acceso a las cubiertas superiores y fue conducido a las inferiores, donde las probabilidades de sobrevivir eran mucho menores.

En su diario titulado “A bordo del RMS Titanic”, escrito después de ser rescatado por el barco Carpathia, Hosono narró los angustiosos momentos: bengalas iluminaban el cielo con destellos azules y se escuchaban ruidosos disparos.

“Los ruidos eran aterradores y los destellos espeluznantes. La sensación era de un miedo y desolación absolutos”, escribió.

Subió a la cubierta superior y trató de mantenerse calmado a pesar del caos reinante. “Intenté preparar mi mente para lo peor sin mostrar nerviosismo, queriendo evitar cualquier acto deshonroso como japonés. Sin embargo, también buscaba cualquier posibilidad de sobrevivir”, describió en su diario.

Una oportunidad de salvación surgió cuando un miembro de la tripulación anunció que había espacio para dos más en uno de los botes salvavidas. Hosono dudó, pero al ver que otro hombre se apresuraba a tomar uno de los lugares, decidió ocupar el otro sitio disponible, un acto que marcaría el resto de su vida.

“Me embargaba la tristeza de pensar que no volvería a ver a mi querida esposa y a mis hijos”, confesó Hosono.

Así, Hosono se convirtió en uno de los 700 sobrevivientes del Titanic y el único que sería condenado socialmente por ello.

El futuro del sobreviviente japonés

Aunque algunos medios estadounidenses lo describieron como un “afortunado japonés”, en su tierra natal lo recibieron con desprecio.

La prensa japonesa lo criticó duramente por, supuestamente, no haber respetado el principio de “las mujeres y los niños primero” al salvarse en el bote.

Otra razón de su condena social fue que lo acusaron de haber evitado una muerte honorable y no haber mostrado el espíritu de autosacrificio, imperdonable en la cultura japonesa de aquella época.

Esta percepción lo llevó a ser víctima del ostracismo social conocido como mura hachibu.

The Associated Press informó que Hosono fue despedido del Ministerio de Transporte en 1914, aunque posteriormente fue contratado nuevamente, la humillación y el rechazo social lo acompañaron hasta su muerte en 1939.

Después de su muerte, hablar del Titanic seguía siendo un tema tabú en su familia.

El estigma comenzó a desvanecerse en la década de 1990 cuando se descubrió su diario del Titanic, aclarando que su amor por su familia fue lo que lo impulsó a buscar la supervivencia, más allá del honor japonés.

Las cartas evidenciaron también que estaba en el bote número 10 y no en el 13, como previamente se había dicho, aclarando que muchas acusaciones se originaron por errores de identificación.

Matt Taylor, quien organizó una Exposición sobre el Titanic en Japón en 1997, encontró estos escritos y pidió a la familia que los hiciera públicos. “Esto restaura su honor y su credibilidad”, comentó.

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Hasta hoy, el diario de Hosono se considera esencial para comprender los últimos momentos del Titanic y el terror que vivieron sus pasajeros en aquella fría noche de abril.

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