La sección sobre jubilaciones de Soledad Hormazábal
Reflexiones sobre las pensiones en Chile
Desde hace más de una década se ha debatido intensamente sobre la necesidad de reformar el sistema de pensiones en Chile. Aunque se ha logrado avanzar en el pilar solidario con la creación de la Pensión Básica Solidaria, aún quedan pendientes ajustes importantes en el pilar contributivo. Las posturas iniciales respecto a cómo abordar esta problemática eran divergentes, pero con el tiempo han ido convergiendo. La disponibilidad de información ha sido clave para llegar a un diagnóstico consensuado, lo cual representa uno de los logros más significativos de los últimos tiempos.
En la actualidad se vislumbra la posibilidad de aprobar una reforma, aunque es probable que esta no satisfaga a todos, ya que cualquier acuerdo alcanzado será resultado de concesiones mutuas. Es importante destacar que no se deben aceptar modificaciones que perjudiquen el sistema. La historia ha demostrado las consecuencias negativas de consensos mal diseñados, como fue el caso de la reforma tributaria de 2014 o la educativa.
Preocupaciones y posibles soluciones
Una de las preocupaciones suscitadas por la posible reforma es la transitoriedad de un nuevo beneficio destinado a complementar las pensiones de aquellas personas que aún cuentan con tasas de reemplazo bajas, especialmente mujeres con largos años de cotizaciones. Existe cierta desconfianza en torno a la temporalidad de este componente, pero es factible diseñar un beneficio previsional que se extinga automáticamente con el tiempo, sin depender de decisiones políticas futuras. Es fundamental garantizar que las cotizaciones destinadas a financiar este beneficio sean redirigidas automáticamente a las cuentas individuales de los cotizantes.
Otro tema que ha generado incertidumbre es el ámbito del préstamo, aunque aún no se conoce la estructura exacta del documento financiero que respaldará las cotizaciones de los trabajadores, por lo que es prematuro estimar si será beneficioso para los cotizantes.
Reflexiones finales
Por último, se ha planteado el temor de introducir un componente de reparto en el sistema de pensiones, argumento que comparto debido a sus implicaciones financieras a largo plazo. Sin embargo, al limitar su alcance y temporalidad, se puede evitar la insolvencia. El reparto implica financiar las pensiones actuales con aportes de trabajadores activos, similar a como se financia la Pensión Básica Solidaria. Es fundamental corregir el desequilibrio en las fuentes de financiamiento para evitar poner en riesgo la sostenibilidad del sistema a largo plazo.
En definitiva, la inacción frente a esta problemática conlleva un costo implícito para el Estado que afectará a todos. Es necesario analizar con detenimiento cualquier propuesta concreta que surja, considerando que la alternativa de no hacer nada también implica costos significativos. La toma de decisiones debe basarse en un análisis exhaustivo de costos y beneficios, y solo cuando este sea favorable debería implementarse la reforma.
*La autora de esta columna es miembro del centro de estudios Horizontal
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