Max colodro junto con una tercera participación electoral de michelle bachelet
Reflexiones sobre el futuro político en Chile
Se pensaba que ya no quedaban más sacrificios ni situaciones difíciles de aceptar, que el proceso constituyente sería enterrado, que Sebastián Piñera sería recordado como un gran defensor de la democracia, que el sueño de reformar Carabineros quedaría olvidado o que sería inevitable mantener un estado de excepción en La Araucanía de manera permanente. Incluso la directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos tuvo que reconocer que durante el estallido social no se cometieron violaciones sistemáticas a los derechos humanos.
Sin embargo, a la actual generación de líderes políticos le falta un último golpe para su caída: descubrir que no han preparado un sucesor para mantener el poder y que, ante el próximo ciclo electoral, tendrán que apoyar la tercera candidatura presidencial de Michelle Bachelet. Ella, quien en su momento criticó a aquellos que buscaban perpetuarse en el poder, representa ahora la única opción viable.
Así, los jóvenes que creían tener una ética superior a la de generaciones anteriores se ven obligados a considerar a alguien que antes criticaban, ya que no tienen alternativas competitivas propias. Si incluso con Bachelet no logran vencer, podrán culpar a los veteranos de la centroizquierda y seguir adelante con sus ambiciones sin verse completamente derrotados.
Además de la influencia de las encuestas, la activa participación de Bachelet en la campaña municipal la posiciona como la principal candidata a la presidencia, pero también la hace responsable de no dejar espacio para otros contendientes. ¿Es esto lo que buscaba realmente Bachelet al involucrarse de esta manera en la política? Quién sabe, pero su papel será fundamental en los próximos pasos a seguir por su partido y sus aliados.
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La política nacional en el ojo del huracán
Es irónico que la generación que prometía un cambio radical en la política chilena ahora dependa del pasado para seguir adelante, incluso un pasado que ya se ha repetido dos veces. Es un duro golpe para un proyecto político que aspiraba a grandes logros, pero que ahora se ve obligado a confiar en que sus adversarios terminen por concretar lo que ellos soñaban representar.
Por Max Colodro, analista político y filósofo.
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