Paro en la fábrica de aviones Boeing
Paro en la fábrica de aviones Boeing
Los empleados de la compañía aérea Boeing en la parte oeste de Estados Unidos dieron por terminada su jornada laboral temprano el viernes después de que el 96% de ellos votara a favor de una huelga, lo que provocó la interrupción de la fabricación del avión con mayores ingresos de la empresa, en medio de los problemas crónicos de retrasos en la producción y la creciente deuda.
El inicio de la primera huelga por parte de los trabajadores desde 2008 coincidió con la llegada del nuevo CEO, Kelly Ortberg, en agosto, con el objetivo de restablecer la confianza en la empresa luego de un incidente en enero cuando se rompió un panel de la puerta en un avión 737 MAX en pleno vuelo.
Alrededor de 30.000 miembros de la Asociación Internacional de Maquinistas y Trabajadores Aeroespaciales (IAM) que laboran en la elaboración del 737 MAX de Boeing y otros aviones en las áreas de Seattle y Portland decidieron rechazar abrumadoramente el acuerdo propuesto y optaron por ir a huelga.
Jon Holden, líder de las negociaciones del sindicato de Boeing, expresó que esta decisión se basa en el respeto, en corregir errores del pasado y en luchar por un mejor futuro, antes de anunciar el resultado de la votación. La empresa respondió señalando que el pacto provisional no era aceptable para los trabajadores.
Boeing manifestó que seguirá comprometido en restablecer la relación con sus empleados y el sindicato, dispuesto a retomar las conversaciones para alcanzar un nuevo acuerdo. El rechazado contrato contemplaba un aumento salarial del 25%, un bono de firma de US$ 3.000 y el compromiso de construir la próxima aeronave comercial de Boeing en la zona de Seattle durante los próximos cuatro años.
A pesar de la recomendación de la dirección del IAM para que aceptaran el acuerdo, muchos trabajadores exigían un incremento salarial del 40% inicialmente solicitado, además de lamentar la pérdida de una bonificación anual.
Jon Holden señaló a los periodistas que retomarán las negociaciones lo antes posible, sin especificar la duración estimada de la huelga ni el momento en que se reanudarán las conversaciones, manejando la situación día a día y semana a semana.
Desafíos por delante
Los empleados han estado realizando protestas durante toda la semana en las instalaciones de Boeing en Seattle, donde se ensamblan los aviones MAX, 777 y 767 de la compañía. Las acciones de Boeing aumentaron un 0,9% antes del anuncio de los resultados de la votación, pero han descendido un 36% este año debido a las preocupaciones sobre la seguridad, la producción y la elevada deuda de la empresa.
Una huelga plantea desafíos múltiples a Boeing, que deberá decidir su estrategia en la mesa de negociaciones luego de haber manifestado que había ofrecido todo lo posible. También deberá hallar la forma de garantizar la seguridad de las fábricas llenas de aviones de alto valor parcialmente construidos, sin contar con trabajadores sindicalizados.
En una carta dirigida a los empleados, Ortberg advirtió que una huelga comprometerá la recuperación compartida, debilitando aún más la confianza con los clientes y afectando la capacidad de determinar el futuro en conjunto. De prolongarse, la huelga impactaría no solo en las finanzas de Boeing, sino también en las aerolíneas dependientes de sus aeronaves y en los proveedores que suministran piezas y componentes.
El CEO de Air India, Campbell Wilson, mencionó que las entregas del 737 MAX de Boeing a su aerolínea ya estaban retrasadas antes del anuncio de la huelga, debido al escrutinio regulatorio tras un incidente con Alaska Airlines y a problemas en la cadena de suministro que afectan a la industria en general.
Según un análisis previo a la votación realizado por TD Cowen, una huelga de 50 días podría costar a Boeing entre US$ 3.000 y US$ 3.500 millones en flujo de efectivo.
La última huelga de los trabajadores de Boeing en 2008 cerró las plantas durante 52 días y afectó los ingresos diarios en unos US$ 100 millones. S&P Global Ratings señaló que una huelga prolongada podría retrasar la recuperación del fabricante y perjudicar su calificación crediticia. Tanto S&P como Moody’s califican a Boeing un escalón por encima de la categoría de “alto riesgo”.
La Casa Blanca no emitió comentarios de manera inmediata ante una solicitud al respecto.