El origen de Los Zetas y el FBI: la experiencia de un agente novato
Scott Lawson siempre tuvo el anhelo de ser agente de la ley. Su padre, policía en un pueblo pequeño, lo llevaba a patrullar desde que era niño, aunque esto no complacía a su madre. Su destino se confirmó al terminar la escuela: aplicó al FBI, fue aceptado y se graduó en 2009.
Aunque no planeaba trabajar en el sur de Estados Unidos, fue enviado a San Antonio, Texas. Debido a que hablaba algo de español, sus superiores decidieron asignarlo a Laredo, uno de los puntos más conflictivos de la frontera con México, principalmente por ser el mayor cruce comercial entre ambos países.
Aunque Lawson siempre quiso atrapar criminales, lo que encontró excedió sus expectativas. Siendo un novato, le informaron que su trabajo se centraría en el Cártel de Los Zetas, una organización criminal de la que apenas había oído. Se informó de su origen militar y sus brutales métodos para expandir su influencia en territorio mexicano.
Mientras investigaba al grupo criminal liderado por Miguel Treviño (apoyado por su hermano Omar Treviño), una pista le reveló un vínculo entre las carreras de caballos en Estados Unidos y el dinero de Los Zetas. Se sumergió en una historia que múltiples profesionales califican como única, por la combinación de sus elementos y por ser el mayor caso de lavado de dinero en Texas.
La serie documental
Cowboy Cartel, la serie documental de cuatro capítulos disponible en Apple TV+, cuenta esa historia y tiene a Scott Lawson como principal entrevistado. Vestido con una camisa a cuadros azul, recuerda su experiencia asistiendo a carreras y buscando pruebas que confirmaran sus sospechas.
“Esta historia solo podríamos contarla si ellos querían contarla”, menciona Dan Johnstone, uno de los directores de la producción junto a Castor Fernandez. Lawson sigue en el FBI, pero puso una condición: “Solo aceptó si no se trataba solo de su historia”.
Las voces del FBI
En efecto, Cowboy Cartel incluye también los testimonios de otros miembros del FBI, como Raúl Permodo y Jason Hodge, quien, debido a preocupaciones de seguridad relacionadas con la investigación, no puede ser visto en cámara y aporta su versión desde una sala apenas iluminada.
“Creo que la magia está en tener a los participantes, a las personas que estuvieron allí y puedan decir cosas como: ‘Recuerdo dónde estaba cuando…’. Y simplemente ponerlos frente a la cámara para que compartan sus historias”, comenta Castor Fernandez.
Un enfoque diferente
Aunque el centro del caso era uno de los cárteles más feroces, los realizadores no querían enfocar la violencia. “Eso no nos interesaba. Lo que nos interesaba era abordar un tema muy saturado —cárteles, narcos, tráfico de drogas— desde una perspectiva distinta”, dice Fernandez. Y añade: “Caballos, lavado de dinero y cárteles… Las tres cosas en una misma oración es lo más sorprendente”.
Uno de los puntos destacados del documental es que si la investigación no se hubiera realizado en ese momento, habría sido difícil llegar al fondo del asunto y los responsables podrían haber continuado operando con total impunidad. “No sabíamos lo inteligentes que eran ni lo sofisticada que era la operación”, admite Fernandez, quien subraya que el mayor desafío fue “mostrarle al público cómo es el lavado de dinero y hablar sobre los delitos financieros de una manera emocionante, entretenida y, a veces, divertida y aterradora”.
Impacto global
“Esperamos mostrar que el daño que estos cárteles hacen, las organizaciones que ellos dirigen, es mucho más perverso. Afecta todos los aspectos de nuestra vida. No es una historia de nosotros y ellos. Es una historia de nosotros. Esta es una historia que afecta a las instituciones globales, que nos afecta globalmente”, reflexiona Johnstone.
“Esta es una historia de crimen, cárteles y drogas, pero también es una historia sobre personas. Personas muy reales, con miedos y emociones muy reales, que cometieron errores y tuvieron triunfos y derrotas. Y creo que eso realmente se reflejará en la serie”, concluye Fernandez.