11 de septiembre de 1924: un evento político en Chile
11 de septiembre de 1924: un evento político en Chile
Las firmas quedaron plasmadas en las noches frías de 1924. En la madrugada del 11 de septiembre de 1924, tres altos oficiales -el general Luis Altamirano, el almirante Francisco Nef y el general Juan Pablo Bennett- rubricaron un decreto que cumplía con un anhelo largamente acariciado. Con el mandato efectivo del país tras la partida del Presidente Arturo Alessandri Palma el día anterior, tenían vía libre para llevar a cabo su programa de transformaciones.
El documento, divulgado ese mismo día en El Diario Ilustrado, expresaba: “Dada la profunda crisis actual y los acontecimientos tan cruciales para la vida cívica de la nación, es necesario recurrir a la expresión de la voluntad popular”. En consecuencia, los uniformados afirmaron que las recientes elecciones parlamentarias “se llevaron a cabo de una manera que no refleja la verdadera expresión de la voluntad popular”. Por lo tanto, decidieron de forma directa: “Se declara disuelto el Congreso Nacional”.
Autoridades de Carabineros y la Fuerza Aérea no formaban parte de la Junta, dado que aún no existían como instituciones. Carabineros como tal, la policía uniformada actual, surgió en 1927, mientras que la Fuerza Aérea de Chile lo hizo en 1930.
El contexto de las elecciones y el cierre del Congreso
En realidad, el tema de las elecciones era una mera excusa, ya que desde el “Ruido de sables” del 3 de septiembre de 1924, los militares tenían como uno de sus objetivos principales clausurar el Congreso. Consideraban al Parlamento como un obstáculo en su propósito de “limpiar” el sistema político chileno. Esta situación fue la que provocó la dimisión de Alessandri el 8 de septiembre. Esa tarde, tras enterarse de la aprobación de un conjunto de leyes sociales impulsadas por los militares, un rumor inquietante llegó a La Moneda.
El cierre del Congreso dejó a la junta militar, que asumió tras la marcha de Alessandri, con el control efectivo del país. No obstante, en su decreto se sugería que el ministerio del Interior evaluara la posibilidad de convocar a nuevas elecciones, sin especificar una fecha concreta. Esto era un intento de encontrar una salida a la profunda crisis social y política que afectaba al antiguo sistema Parlamentario.
En otro escrito denominado “Al País”, también publicado en El Diario Ilustrado, los militares profundizaban en sus motivos: “Al asumir la dirección de los asuntos públicos, consideramos necesario apelar a la nación y consultar su voluntad para reconstituir la normalidad y adoptar las medidas de reorganización indispensables y preparatorias para la elección de nuevos mandatos constitucionales. Por tanto, la disolución del Congreso Nacional ha sido absolutamente necesaria”.
La partida de Arturo Alessandri y su exilio
A las siete de la tarde del 10 de septiembre, Arturo Alessandri abordó el ferrocarril trasandino en la Estación Mapocho con destino a Buenos Aires, iniciando así un autoexilio avalado por el Congreso por seis meses. Poco después, llegó a la capital argentina con su familia y se alojó en la residencia de Carlos Menéndez Beherty, un acaudalado chileno residente en la ciudad que le ofreció su casa durante el tiempo que deseara. A pesar de cierta incomodidad, el presidente aceptó.
En esa casa, Alessandri recibió la visita del entonces presidente argentino, Marcelo Torcuato de Alvear. En sus propias palabras: “La noche de mi llegada, el Presidente Alvear junto con todo su gabinete, a excepción del Ministro de Guerra Agustín P. Justo, me visitaron en la casa donde me hospedaba. El Presidente, al conocer la aceptación de mi renuncia por parte de la Junta de Gobierno, me brindó palabras de amistad y aprecio muy cálidas y delicadas. El ministro Justo se abstuvo quizás por solidaridad con el movimiento militar, que de forma incorrecta e injustificada había provocado mi decisión de estar en Buenos Aires y alejado del poder”.
Alvear, además, tuvo otro gesto amistoso hacia Alessandri. Cuando la Junta Militar intentó nombrar un nuevo embajador chileno en Argentina, el presidente argentino advirtió que no lo reconocería. Explicó que prefería esperar a que se restableciera la normalidad constitucional en Chile. Este hecho fue destacable, incluso después de la gestión realizada por don Emiliano Figueroa, enviado expresamente por la Junta de Gobierno para lograr el reconocimiento del nuevo embajador por parte de Alvear.
Arturo Alessandri permaneció en Buenos Aires hasta finales de septiembre, cuando embarcó en el vapor “Cap Norte” con destino al puerto de Boulogne-su-mer, en Francia. Durante su estancia en tierras italianas, visitó París y después se trasladó a Italia, tierra de sus ancestros. Allí fue recibido en Roma por representantes oficiales del rey Víctor Manuel III y del primer ministro Benito Mussolini, quienes le dieron la bienvenida al país y le informaron que Mussolini quería reunirse con él en su despacho, un encuentro peculiar que se llevó a cabo al día siguiente.
Sin embargo, Alessandri regresaría a Chile. Mientras se encontraba en Italia, recibió un telegrama que le informaba del golpe ocurrido el 23 de enero de 1925. Oficiales jóvenes, entre ellos Carlos Ibáñez del Campo, llevaron a cabo un nuevo golpe, derrocando la Junta Militar presidida por Altamirano y solicitando su retorno. Así, el “León” regresó triunfalmente a Santiago el 20 de marzo de 1925.