Ignacio Silva Neira promueve economías más sostenibles y eficientes

Ignacio Silva Neira promueve economías más sostenibles y eficientes

De acuerdo con los últimos resultados de la encuesta CEP, el 49% de la población considera que la situación económica es desfavorable y el 53% opina que la economía está paralizada. Existen múltiples razones para entender que estas percepciones se basan en la realidad económica, la cual, a su vez, tiene consecuencias directas en las condiciones de vida y las expectativas de las personas.

El estancamiento productivo no es exclusivo de Chile. Tanto Europa como Estados Unidos han experimentado procesos similares, respondiendo con políticas no convencionales y pasando de la promoción del libre comercio a la protección y fomento de sus industrias internas. Chile, sin embargo, ha seguido las normas promovidas por estos países del norte, bajo la premisa de que “la mejor política industrial es no tener ninguna” (Becker, 1985). Esto ha moldeado la integración comercial de Chile y muchos otros países.

Impacto de las normas internacionales en la economía chilena

Seguir estas reglas ha llevado a una inserción internacional basada en las ventajas competitivas preexistentes, cuyos efectos no fueron evidentes de inmediato. Los años 90, recordados por su éxito económico, son un buen ejemplo. Sin embargo, 30 años después, hay consenso sobre que el crecimiento económico se ha detenido, posiblemente debido a estas políticas. La especialización en exportaciones de recursos primarios y manufacturas de baja tecnología, junto con un mercado laboral flexible y desigual, ha resultado ser perjudicial.

Un reciente estudio del Observatorio de Políticas Económicas (OPES) revela que las exportaciones chilenas se han mantenido estancadas desde el 2000. Mientras que en los 90 el sector industrial aumentó las exportaciones en un 150% entre 1996 y 2008, en los siguientes 14 años sólo crecieron un 10%.

Consecuencias del patrón de especialización comercial

Parte de la explicación del estancamiento productivo tiene que ver con el patrón de especialización adoptado tras la firma de numerosos tratados comerciales. En 1995, los principales socios comerciales de Chile eran Japón, Estados Unidos, Reino Unido y Brasil, representando el 43,1% de las exportaciones chilenas. Actualmente, China, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur concentran el 66,4% de las exportaciones, con una alta concentración en recursos naturales de baja tecnología. Por ejemplo, el 99,8% de las exportaciones a China en 2022 fueron bienes primarios o manufacturas basadas en ellos. En contraste, el 57,6% de las importaciones desde China eran bienes manufacturados con un alto o medio nivel tecnológico.

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Esta asimetría tecnológica se repite con otros socios comerciales bajo tratados. Según la clasificación de la UNIDO, las exportaciones con contenido tecnológico medio y alto eran el 15,6% en 1990, disminuyendo hasta un 7,7% en 2021. Este resultado es bajo en comparación con grandes economías regionales como México (79,2%), Argentina (42,3%) o Brasil (32%), y también respecto a países más pequeños como Costa Rica (56,9%) y Uruguay (24%).

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Hacia una economía más sostenible y productiva

Tras 20 años de tratados comerciales, las exportaciones chilenas son más concentradas, menos diversificadas y con menor contenido tecnológico, tendiendo hacia la reprimarización. Para abordar el estancamiento productivo que enfrenta el país, es necesario considerar estos fenómenos y entender que el problema puede estar en su estructura misma, no en la falta de mercados más eficientes. Al igual que los países del norte, los Estados tienen y deben tener la capacidad de dirigir sus economías hacia modelos más sostenibles y productivos.

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Por Ignacio Silva Neira, director ejecutivo de OPES e investigador asociado del Berlin School of Economics and Law.

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