El joven talento de la vela: La trayectoria de Clemente Seguel
Con solo siete años, Clemente Seguel se subió por primera vez a un barco similar al que lo llevaría a hacer historia en aguas francesas. Fue el comienzo de una carrera que lo ha llevado a competir por una medalla olímpica. Se clasificó para la Medal Race en la categoría ILCA 7, anteriormente conocida como Láser.
Terminó en el octavo puesto general, llevándose un diploma olímpico y mejorando substancialmente su desempeño en Tokio, donde había acabado en el puesto 22. Este éxito no es casualidad. No solo se debe a su vida y su conexión con la navegación y el mar, sino también a los ajustes que hizo para destacarse entre los mejores del mundo. En Chile, ya se le considera el mejor en su especialidad.
Algarrobino de corazón y sus días de entrenamiento
Seguel se identifica plenamente con Algarrobo. Llegó a ese lugar costero a los cuatro años, aunque nació en Temuco y su familia vivió un tiempo en Santiago. Fue en Algarrobo donde dio un paso decisivo a los siete años, inscribiéndose en un taller de vela con varios amigos. “Subieron a un bote Optimist sin vela, solo con remo y timón. Mientras sus amigos se asustaban con un remolino de agua, él disfrutaba el momento en calma y supo que a esto quería dedicarse el resto de su vida”, relata un reportaje del sitio Pousta.
A los 13 años, Clemente empezó a materializar su promesa; fue invitado a entrenar bajo la guía de técnicos argentinos. Las sesiones de práctica eran los miércoles, día que desde entonces está reservado para su preparación. “Fue increíble, nunca lo olvidaré. Desde ese día, entreno cada fin de semana y los miércoles también (por tradición). Fue el inicio de mi carrera”, comenta en una entrevista con la misma publicación.
Desarrollo y conquistas
Con el paso del tiempo, llegaron los títulos y las complicaciones. Con una estatura de 1,90 metros y 60 kilos a los 13 años, Seguel enfrentaba un peso ideal 15 kilos inferior para la clase Optimist en la que competía. Superó este obstáculo y se cambió a la clase Láser, debutando de manera sobresaliente como campeón sudamericano Sub 16. “He logrado mis objetivos y eso me motiva a seguir buscando retos más grandes”, explica.
Enfrentando los desafíos sin sucumbir a la presión, Seguel expresa: “No pienso en el resultado ni en otros deportistas. Me concentro en el barco y en cómo quiero hacer mi regata.” El apoyo constante de su padre Ricardo y su madre Nicole Lacarama ha sido fundamental, aunque su verdadera fuerza proviene de su convicción interna. También ha motivado a sus amigos a interesarse por este deporte. “Los fui involucrando yo mismo; ahora seguimos encontrándonos en el club en ese ambiente náutico,” recuerda. “Su participación en París ha sido muy profesional, está completamente enfocado en su objetivo. Solo lo saludamos el día antes de competir y después se concentra en la Villa Náutica con su entrenador,” detalla su madre.
El respaldo familiar y rituales de competencia
La motivación principal de Seguel viene de su familia. “Es difícil para un niño de siete años escoger un deporte con tanta determinación, pero los olímpicos deben empezar a esa edad o antes. Detrás de cada atleta olímpico, hay un adulto con un sueño: un familiar, un entrenador, alguien. En el caso de Clemente, fue su padre, un navegante de corazón. Nos mudamos a Algarrobo cuando Clemente tenía cinco años. En su colegio en Casablanca, se ofreció un taller de navegación por la Cofradía Náutica de Algarrobo, y así empezó todo. Ricardo lo motivó y apoyó hasta hoy. De hecho, solo permiten que un familiar entre a la Villa Náutica en Marsella, y es Ricardo quien entra”, explica su madre.
Hay un rito especial antes de cada competencia. “Ricardo le da un beso antes de salir al agua y bendice el bote con agua bendita de la Basílica de Notre Dame. Así ha sido en cada día de competencia”, cuenta. Nicole, su madre, ve esto como la realización de un sueño: “Entrar a la contienda por medallas ya era un logro. Todo lo demás es un regalo”. Además, Seguel dejó su teléfono a su entrenador seis meses antes del campeonato para evitar distracciones, aunque la organización lo ‘spoileó’ poniendo cámaras en las 10 primeras embarcaciones de la última regata. Esta determinación no es casual; en Tokio, a sus 20 años, el aspecto psicológico le pasó factura.
Pasiones alternativas y reconocimientos
Seguel no solo se dedica a la vela; también le apasiona el fútbol. Tras ganar la plata en los Panamericanos, fue homenajeado por su equipo favorito, Colo Colo, en el Monumental y visitó el complejo Juan Pinto Durán, mostrándolos en su perfil de Instagram.
Con los años, Seguel siente que ha dejado un legado, más allá de sus títulos. “Cada vez hay más jóvenes fuertes interesados en este deporte. En Chile, ha crecido mucho. Comenzamos dos niños a los siete años, Pedro Vera y yo, y hoy, 10 años después, hay 60 niños entrenando. Es un crecimiento gigantesco, cada vez hay más chicos queriendo navegar y subiendo a los barcos,” comenta.
Consagración y logros
Diecisiete años luego de su primer contacto con un barco, Seguel es un atleta consagrado a sus 24 años. Ha conseguido primeros lugares en el Sudamericano de Brasil en 2019 y en la Semana Internacional de Yachting en Mar del Plata en 2021. Logró la medalla de plata en el Mundial Sub 21 de Croacia en 2019 y en la Regata Abierta de Holanda en 2020. Debutó en los Juegos Olímpicos en Tokio, donde acabó en la posición 22. Tres años después, se ubica entre los ocho mejores del evento deportivo más importante del mundo, brindándole a Chile su segundo diploma olímpico en Francia.