El largo trayecto de la adopción en Chile
El largo trayecto de la adopción en Chile
María Inés Perales, de 43 años, nunca imaginó ser madre de una familia monoparental hasta que en el año 2022, motivada por un deseo inesperado, decidió enviar una solicitud a la Unidad de Adopción del Servicio de Protección Especializada para niños, niñas y adolescentes (SPE). Este paso marcó el inicio de un proceso que duró casi tres años, caracterizado por altibajos emocionales y gastos imprevistos en evaluaciones psicológicas y sociales.
A lo largo de este viaje, María Inés conoció a Alejandro, un niño de 13 años que había pasado gran parte de su vida en una residencia. El encuentro entre ambos ocurrió en el Parque Quinta Normal, cerca del final del proceso de adopción. A pesar de los desafíos y momentos desalentadores, finalmente hallaron en el otro el hogar que tanto ansiaban. En Chile, muchas familias se enfrentan a un sistema que no facilita la adopción, imponiendo esperas de hasta cuatro años desde el inicio de la causa de protección hasta la adopción efectiva del menor.
La espera prolongada de María Inés no es un caso aislado. De acuerdo con datos del Ministerio de Desarrollo Social, los niños, niñas y adolescentes en Chile pasan, en promedio, un año y medio en cuidado alternativo. Este proceso, influenciado por políticas de reunificación familiar, procedimientos judiciales y un sistema que prioriza la permanencia en la familia de origen, revela los obstáculos que enfrentan tanto los menores como las familias adoptivas en su búsqueda de un hogar.
La directora de la Fundación Chilena de Adopción (Fadop), Alejandra Ramírez, señala que la mayoría de los niños en el sistema de protección están trabajando junto a algún familiar para regresar a su hogar, conforme a lo estipulado en la Convención de los Derechos del Niño. Sin embargo, esta situación prolonga considerablemente el tiempo para que un menor sea declarado apto para la adopción. Esto dificulta que los posibles adoptantes encuentren niños que se ajusten a sus preferencias, dejando a muchos sin la oportunidad de tener un hogar.
Explorando nuevas familias
José Luis Cárdenas y Katherine Ramírez, de 44 años, llevaban tiempo intentando ser padres. Después de intentos fallidos con tratamientos de fertilización asistida, decidieron considerar la opción de la adopción. Gracias a convenios establecidos entre el colegio donde trabajaba José Luis y la Fundación San José, especializada en adopciones, su percepción sobre la adopción cambió desde el principio.
En 2018, tras una espera de casi un año y medio, recibieron la noticia esperada. Fernanda, una bebé nacida en Quillota, debió permanecer dos meses y medio en Casa Belén (Vitacura) a la espera de las resoluciones judiciales. A pesar de las incertidumbres y la longitud del proceso, el encuentro con Fernanda dio sentido a todo.
El caso de José Luis y Katherine refleja las complejidades del actual sistema de adopción, que puede prolongarse muchos años debido a trámites burocráticos y redundancias en los procedimientos. La reforma a la ley que se propone busca modificar esta situación y priorizar el bienestar de los niños, reduciendo los tiempos de intervención y eliminando trámites innecesarios que puedan mantener a los niños innecesariamente en el sistema de protección.
Con el objetivo de disminuir los períodos en que un niño no tiene una familia estable, la reforma también contempla novedades como el derecho a la búsqueda de sus orígenes y la opción de mantener contactos post-adoptivos con la familia biológica.